El modelo de asamblea general de socios que se utilizó desde 1995 hasta 2006 consistía en la combinación de una estancia y actividad de montaña con la propia asamblea, en una zona característica de la sierra madrileña. Procurando generar un ambiente festivo que potenciara la asistencia porque -ya se sabe- las asambleas de los clubs podían convertirse en algo parecido a las juntas de las comunidades de vecinos. La finalidad se logró, porque numéricamente en este periodo se reflejan comparativamente importantes índices de asistencia.
Cuando ese número de participantes fue creciendo, se planteó un pequeño problema: la cantidad de niños de las familias asistentes, a los que materialmente era imposible tener en la sala de la asamblea al menos durante una hora y media (además de una tortura sicológica…).
Ello se solucionó de una manera imaginativa, agrupándolos en una sala aparte y estrenando una película de reciente actualidad en plan cine total, mediante el video-proyector con que contaba el club. Mano de santo. Cada uno… a lo suyo.