Homenaje a Silvino Ronda - 1992
LA ORGANIZACIÓN
En 1992 casi a un año del comienzo de Montañeros Madrileños como club, organizamos conjuntamente con el antiguo Club Alpino Madrileño un homenaje a Silvino Ronda. El mítico “Silvino”.
Cuando en los años 70 se iba a zonas lejanas de montaña, cada uno/a viajaba con el club tal…, con el club cual…o con…” Silvino”. Se trataba de un autónomo propietario de un autobús que encontró -como se dice ahora- “un nicho de mercado” en base a su propia afición entre los montañeros ávidos de pasar un fin de semana o un puente en los Picos de Europa, en los Pirineos o en cualquier otro lugar. A última hora de la tarde del viernes su autobús arrancaba hacia un destino lleno de montañas con el que los que lograban dormir en los no muy cómodos asientos soñaban. Y por la mañana, directos del autobús a caminar, escalar…lo que se pudiera.
Nosotros no éramos viajeros de Silvino, pero a través de José Luis Ibarzábal conocimos que el Club Alpino Madrileño iba a organizar el homenaje y les solicitamos participar. Finalmente Montañeros se encargó de toda la organización de infraestructura e inscripciones y de fletar los autobuses. Teníamos experiencia y medios, ordenador personal que en esa fecha no los había ni en los bancos.
La actividad, que contó con una inscripción multitudinaria, ya que fue gente de todos los clubs, del Alpino, Peñalara, Cumbres…Deportiva Excursionista…de la federación…fue compleja. Finalmente se fletaron tres autobuses (aunque el último no se completaría), que durante el desarrollo de las actividades deportivas programadas tuvieron que hacer bastantes kilómetros por carreteras estrechas de los Picos de Europa. El alojamiento copó las posibilidades de la zona que entonces no eran muchas. Cada uno, según sus posibilidades, en el camping de Soto de Sajambre o en hostales de Posada y Santa Marina de Valdeón. Para los últimos inscritos ya no fue posible encontrar alojamiento.
LOS RECORRIDOS
Tras la llegada el viernes por la noche, la parte deportiva de la actividad se dividió el sábado en tres grupos. El primero, sin dificultad técnica partió desde Caín (desde donde a su vez se llegaba andando desde Soto o Posada. Recorriendo todo el Cares hasta llegar a Arenas de Cabrales. El responsable de este numeroso grupo fue Luis Miguel Tordesillas que a su vez se encargó de toda la infraestructura en zonas bajas durante el día. El domingo se repetiría el Cares para los que habían hecho el recorrido de Liordes.
El segundo, de media montaña del que se encargó Carlos García, buen conocedor de la zona, que tenía muy pateada con Luis Miguel, desde Posada de Valdeón hasta el Puerto de Pandetrave, para llegar por el Collado de Valdeón y las Vegas de Liordes a la Canal de Asotín y el camino de la Rienda, única dificultad técnica en este recorrido (ya que es aéreo y de piedra lavada), sin embargo el conjunto resultó exigente en cuanto al esfuerzo por las distancias y desniveles.
Y un tercero, de alta montaña, del que se encargaron los socios del Club Alpino Madrileño y que partiendo también de Cordiñanes ascendió por el camino de la Rienda a cruzar la Canal de Asotín hasta el refugio de Collado Jermoso por el Argallu Congostu. De ahí, al collado del Tiro Callejo hacia el Llambrión y refugio de Urriellu, donde se pernoctó. El domingo del Refugio de Urriellu por la canal de la Celada rodeando el Naranjo hasta el camino Vallejo, collado de Pandébano, Bulnes y Puente Poncebos. Llegarían ajustadillos a la comida.,
EL HOMENAJE
La amistad de Carlos y Luis Miguel con Pedro Antonio Ortega “El ardilla” (conocido escalador compañero de vías de César Pérez de Tudela) que les había dado clases de esquí en Sierra Nevada donde ganaba su sustento en invierno, hizo que desde el primer momento pensaran en sus instalaciones para la comida de clausura del domingo, ya que era propietario del Camping Naranjo de Bulnes de Arenas de Cabrales, ya habían estado allí en otras ocasiones con actividades del Club Alpino Popular. Fue un acierto, porque ofreció a un precio muy ajustado un menú compuesto por Fabes con Almejas de primero y un segundo de Merluza a la Sidra o Chuletón y una infraestructura suficiente para atender sin demoras a un grupo tan numeroso.
El acto del homenaje transcurrió con un emocionado Silvino, que ya contaba con 84 años. Sus familiares, extremadamente agradecidos, entregaron a los clubs organizadores un trofeo que habían elaborado ellos mismos y que el Club Alpino Madrileño quiso que conservara Montañeros Madrileños en reconocimiento a su labor en el homenaje. En el momento de la unión de ambos clubes doce años mas tarde, pasó a formar parte de su patrimonio común.