Primera ascensión invernal al corredor noroeste del pico Espigüete
La Vía NE de Espigüete.
Aludí al hecho
Pongo lo que publiqué en el Diario Palentino en 1969.
No es recordar, es aclarar mi estado de ánimo en aquellas fechas..
GRAN ESCALADA EN ESPIGÜETE
Era más de mediodía del domingo 2 de Febrero. Al llegar al Arroyo de Mazobres, cerca de la carretera, había una tienda y un coche con matrícula de Madrid. Una corazonada. Alguien está escalando Espigüete por la cara norte. Y paseé la mirada por una de las vías que he soñado hacer. ¡Seguro que algún audaz está en ella! Y mi otro yo tenía la esperanza de que hubiera seguido la ruta ordinaria de la Norte.
Pocas horas después tuve la confirmación de mi corazonada. Dos expertos montañeros madrileños; Fernando Ruiz Lucientes y Manuel Fernández Arias, de la Sociedad Deportiva Excursionista habían concluido felizmente la vía de mis sueños. Partiendo de la izquierda del espolón Norte o sea la vertiente N.E . del Pico Este (2428) de Espigüete, se entra en una rampa por un pasillo entre la roca. Derivando a la derecha para alcanzar el filo de la arista Norte por encima la pared que domina la Brecha del Espolón.
De su ilusión por hacer esta vía habla el hecho de haber permanecido varios días en Semana Santa del pasado año y el día de Reyes de éste, esperando que el tiempo les acompañara. Pero si la suerte no les acompañó en esas fechas, sí les fue propicia el pasado domingo. A tiempo, porque el lunes comenzó a nevar.
Parece ser que la nieve no estaba en las mejores condiciones. Que había algo de nieve blanda. A pesar de ello creo que este año ha sido bueno para escalar. De no haber sido tan corto en nieve, hubieran tenido que atravesar capas peligrosas y cornisas a punto de desprenderse. El paso para alcanzar la rampa es barrido por aludes cuando la crestería y la ruta entera están sobrecargadas, algo que es normal en esta época y en esa parte de la montaña.
Más la hazaña de estos montañeros no reside solamente en la escalada. Es el sorprendente hecho de que disponiendo de día y medio, hagan casi ochocientos km para dedicarse a su deporte. Duerman al pie de la montaña y vuelvan sin clamores a su casa, sin aplausos, sin miradas a la galería. En un combate limpio cara al vacío, fueron los mejores.
¿Cuántos de esos deportistas que se llevan los aplausos del público y las distinciones, serían capaces de arriesgarse trepando por unos pavorosos precipicios, quemando hasta la última gota de energía en una lucha continua de horas, bajo la tensión constante del peligro? Y todo ello por nada. ¿Por nada? No, por la propia e íntima satisfacción de vencer la montaña y vencerse a sí mismos.
Modestos, sencillos y cordiales. Cortos en gestos y en palabras, cogieron sus cosas y se dispusieron a volver a Madrid, en una galopada larga, caballeros en su seiscientos.
Fdo: Alejandro Díez Riol
Cervera de Pisuerga, Febrero de 1969