La filosofía del proyecto de fundación de Montañeros Madrileños parte de algo que a Luis Miguel y Carlos les habían expresado repetidamente los montañeros mas veteranos con los que compartieron actividades y con los que en cierta manera se formaron: El sentimiento de que en Madrid debería existir un gran club en el que convergiera una parte sustancial de los practicantes de montaña.

Aunque es cierto que esa idea la expresaban de una forma teórica y un poco utópica, la realidad es que las sociedades históricas mantenían una individualidad no siempre exenta de tensiones entre sí. Formando un círculo medianamente cerrado en el que además no era fácil integrarse.

A esa visión de unión montañera puramente operativa, Carlos y Luismi unen algo derivado de una forma de pensar propia y que ambos comparten: Que el club que se promueva debe ser una entidad abierta a todos y sin restricciones; que atienda a las necesidades deportivas de niños, jóvenes, adultos, mayores, hombres y mujeres en condiciones de igualdad. Que aporte coberturas en formación, información y servicios comunes.

Además cuando este proyecto se está preparando, en Madrid existen ni mas ni menos que 360 clubs la mayoría de los cuales no pasan de los 25 socios y muchos no tienen ni licencias federativas; con la subsiguiente falta de capacidad organizativa y económica para promover una estructura que aporte realmente algo a sus socios y muy especialmente en aspectos como la formación y la seguridad. Esta situación se deriva de la normativa de la federación de montaña de esa época (heredada de la federación castellana disuelta para constituir las autonómicas) en la que no primaban medidas incentivadoras a la concentración y sí la necesidad de pertenecer a un club para federarse.

Las sociedades históricas se miran en los logros deportivos de su historia y eso y el apego a sus propios nombres son sin duda un obstáculo para converger en un proyecto mayor y también -a nuestro criterio- una falta de visión de futuro en una sociedad que se ha transformado profundamente (1). Por lo tanto no son demasiadas las esperanzas de integrarlas en un proyecto como este, pero en los clubs de menor tamaño si parece haber un campo para trabajar (ya a estas alturas ha quedado claro que lo que se está montando no es un club con un grupo de amigos, sino una plataforma de trabajo para llevar adelante unas ideas claras de un proyecto). Ya que desde una cierta percepción sociológica, se sabe ya en el comienzo que se encontrarán muchas resistencias que es posible resumir en un dicho muy español “es mejor ser cabeza de ratón que cola de león”.