A las pocas fechas de la asamblea de Montañeros se desencadenó un temporal con tormenta de nieve similar al reciente de Enero 2021 en Madrid. Aunque Jorge había habilitado un Land Rover con pala quitanieves, la tremenda caída de grandes ramas le impidió utilizarlo y tuvo que salir del chalet a la desesperada andando con su familia hacia Cercedilla. La caída de árboles sobre la techumbre provocó cuantiosos daños.

A partir de ese momento se planteó un contencioso con el club Peñalara en términos que no conocemos, probablemente derivados de los términos del contrato y de quien se haría cargo de los daños. El club no se quiso hacer cargo del albergue entendiendo que estaba arrendado y que si lo hacía recaería sobre él la responsabilidad. Entretanto, fue vandalizado, reventaron la puerta y el destrozo interior fue total. Posteriormente la puerta fue tapiada, aunque ya era demasiado tarde.

La RSEA Peñalara debió en algún momento recuperar la posesión porque en 2006 vendió los derechos a una sociedad para la construcción de un hotel de lujo. El asunto se judicializó ante las denuncias de los propios agentes forestales y otras entidades al estar en suelo protegido, y concluyó con una denuncia por prevaricación contra responsables del Ayuntamiento de Cercedilla y el propio club como responsable civil subsidiario, y su posterior instrucción. El juicio iba a celebrarse en 2018 pero quedó aplazado por una cuestión de procedimiento y no contamos con mas datos al respecto. La organización Mountain Wilderness AGG realizó en el año 2007 una acción reivindicando el uso público del chalet.

En el albergue, efectivamente comenzaron las obras, en una excursión por las cercanías por pura curiosidad accedimos al interior para comprobar con consternación como toda la parte antigua incluida la preciosa chimenea de piedra había sido derruida, literalmente habían desaparecido; luego estuvo vallado durante un tiempo y ahora ya las vallas han desaparecido hace mucho, solo queda un albergue testigo de tanta historia montañera que permanece orgullosamente erguido con todos sus accesos tapiados, seguramente atónito por una situación que no acierta a comprender.