6105 Picos de Europa 1999

1999 Picos de Europa

La excelente experiencia del Camín del Oriente en 1997 hizo plantearse organizar en las mismas fechas, el puente de la Constitución del año 1999, otra actividad similar. Prisca Carlos y Luismi habían pernoctado en un desvencijado refugio en el Lago Enol, atendido por un socarrón vasco ya mayor, que con bastante desparpajo atendía a sus huéspedes proporcionándoles una cena caliente y desayuno. Con literas y jergones no muy limpios y poco más de veinte plazas, era no obstante un punto privilegiado para realizar recorridos y ascensiones. Y tras las mismas, a hacer tiempo hasta la cena junto al fuego de una gran chimenea pidiendo una y otra vez queso y cabrales, productos que desde luego pudimos comprobar no faltaba en sus despensas.

El refugio no contaba con ningún tipo de servicio ni agua corriente. Con todo el entorno cubierto de nieve y temperaturas muy por debajo de cero grados. No obstante la naturaleza manda, y durante los días de estancia a eso de las siete de la mañana se formaron unos grupos de ambos sexos en cuclillas en las llanuras cubiertas de nieve helada, en los que sin ningún rubor se hacía lo necesario y se departía alegremente. Una escena escatológica difícil de imaginar, pero real. Para el aseo imprescindible, había que bajar unos cincuenta metros de desnivel hasta una fuente de agua helada, también con peligro de la integridad física, pues el camino estaba helado y asomaban pocas piedras.

HACIA EL JOU DE LOS CABRONES

Se realizaron dos actividades, en las que participó todo el grupo. La primera, hasta el refugio de Vegarredonda con idea de llegar al Mirador de Ordiales, lo que hubo que descartar por la presencia de nieve profunda en el último tramo, y al día siguiente una segunda totalmente espectacular al refugio del Jou de los Cabrones en las Vegas de Ario, al que todo el mundo llegó y desde donde los mas aguerridos todavía realizaron ascensiones a los picos circundantes. Es destacable que la actividad duró 10 horas ya que se salió al amanecer y se regresó anocheciendo con la ventaja de que se caminó bien, por terreno consistente a la ida y a la vuelta. Porque, aunque la nieve era profunda, con el sol del día se ablandó y al caer las temperaturas volvío a endurecer.

Al llegar a las seis de la tarde al Lago Enol, los merenderos que allí existen y que sirven a los turistas fabada y sidra, estaban desmontando, una vez retirados los visitantes del puente. Pero aun dio tiempo a que nos sirvieran en los mostradores al aire libre unas grandes jarras de cerveza y clara, ya que se llegó totalmente sedientos por el fuerte esfuerzo realizado.

Otra actividad irrepetible, que permanecerá sin duda en el recuerdo de todos los que allí estuvieron.

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